Cada habitante de la Santa Sede bebió una media de 74 litros, lo que supone 98 botellas del caldo de uva al año.
Ser el Estado más pequeño del mundo no es un demérito a la hora de trasegar vino. Lo saben bien en el país que aloja la tumba de san Pedro, donde hay una afición desmedida por el zumo fermentado de la uva. En el Vaticano se registra el récord de consumo de caldos a escala mundial.
Cada habitante de la Santa Sede bebió una media de 74 litros en 2012, según un estudio del Instituto del Vino de California. Eso significa que cada persona que se aloja en el microestado se echa al coleto el contenido de 98 botellas al año, un dato que induce a preguntarse por qué el clero tiene tanta sed. Si se hace caso a los datos, la ingesta de vino en la capital de la cristiandad es desorbitada, hasta el punto de duplica el consumo de Italia y Francia y triplica el del Reino Unido.
La prensa italiana aduce que el bajo precio a que se despacha el vino en el supermercado del Vaticano invita a pensar que la cifra de consumo real está distorsionada. No en vano, en el establecimiento conocido como el Spaccio dell'Annona los impuestos son muchos más reducidos que en Italia.
Ahí queda eso, manda huevos.
Fuente del texto: La Voz de Galicia.
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